miércoles, 19 de noviembre de 2008

Una niñez feliz


Juego a la ronda con unos veinte niños más; el sol brilla sobre la pradera; la mañana es primaveral y el viento sopla lo necesario como para que los barriletes cubran el cielo; se escucha a los pájaros y el murmullo del arroyo mezclarse con nuestras risas. Veo otros tantos niños corriendo y andando en bicicletas; un grupo de niñas corre mariposas en una lomada cubierta de lavandas; padres y abuelos juegan felices con hijos y nietos.
Mi padre está conmigo, me abraza tiernamente, su sonrisa me da toda la seguridad del mundo, pero eso no es todo; desde su camioneta salta un hermoso “golden retriever”; mi regalo de cumpleaños.
-Dígame doctor –dijo uno de los médicos que lo observaban -¿no hay manera de tener aunque se a una idea de lo que puede estar pasando por su mente?
-La droga es experimental, pero a juzgar por su actividad cerebral está inmerso en una fantasía placentera que reemplazará su memoria de largo plazo –respondió el médico con una sonrisa y agregó. –por lo que sabemos de la historia del recluso, su padre lo sometía a constantes abusos, que sumado a una niñez solitaria y llena de privaciones lo convirtieron finalmente en un infanticida serial. –guardaron silencio por un momento observándolo acostado en aquella cama entre muchas otras camas y quien hablaba agregó –quizá si cambiamos su pasado transformemos su futuro. –y se alejaron hasta perderse de vista del prisionero 272.

Realidades



Caminaba de un lado al otro del recinto, se encontraba en la parte central de su exposición.
¿Qué pasaría si fuéramos parte de un universo inmensamente mayor al que conocemos?- Decía, enfáticamente -Puede ser que en este mismo momento a nuestro alrededor se estén dando acontecimientos fuera de nuestro control, cosas tan sobre dimensionadas que no podamos verlas, imaginen si no fuéramos en realidad la especie más evolucionada, si existieran seres superiores a nosotros.
Sus alumnos lo miraban con evidente escepticismo, entendían perfectamente el concepto, pero lo creían improbable, el mundo era lo que ellos conocían, todo lo demás era una mera concepción filosófica, la realidad era individuos trabajando todos los días, divididos por clases sociales de las cuales es imposible escapar. Lo que oían era para ellos un lujo que se daban los intelectuales, el escape a una realidad que golpeaba con crudeza.
Es lógico pensar y sólo como una muy descabellada hipótesis -dijo uno de los alumnos en actitud desafiante- que si existiera tal especie intentaría esclavizarnos abiertamente, ¿qué los detendría en conseguir tal beneficio?
Es que quizá ya lo estén haciendo e inclusive somos tan limitados que ni eso somos capaces de advertir. –dijo el profesor extendiéndose en lo que a sus oyentes ya les parecía un verdadero disparate.
Profesor, ¿no le parece que ya sobrepasó los límites del sentido común?- interrumpió una alumna. -una cosa es gozar de un ejercicio intelectual imaginándonos parte de un mundo que desconocemos en su totalidad, inclusive puedo hacer el esfuerzo de imaginar tales seres superiores, pero otra muy distinta es considerar posible que nos estén explotando sin que lo advirtiéramos, me parece que ya es como demasiado.
Bueno –dijo el profesor bastante ofuscado- la clase ha terminado, es obvio que hoy no tienen ganas de pensar, espero que mañana estén más predispuestos y sean un poco menos negativos. Recuerden que no todo en la vida es acarrear polen.

Fin

martes, 11 de noviembre de 2008

Entre el cielo y el infierno


Esta historia me la contó un querido profesor, la comparto porque ha marcado el rumbo de mi vida.




Un hombre despierta para descubrir que ya no se encuentra en su cama, está en medio de un pasillo que en sus extremos termina en una puerta, frente a él se encuentra sentado en un banco un viejo, que lo mira con una sonrisa.


-¿Donde estoy?- pregunta extrañado.


-Estás muerto, moriste mientras dormias y este es el purgatorio.- responde el anciano con tranquilidad.


El hombre mira para todos lados tratando de salir de su asombro y pregunta.


-¿y... donde está el infierno?

- Detrás de aquella puerta - responde el anciano señalando el extremo izquierdo del pasillo.


El hombre se pone de pie y camina hacia la puerta que tenía un vidrio para permitir ver a través de ella. Lo que ve lo horroriza; el infierno es solo una habitación blanca con una larga mesa en el centro, a su alrededor un grupo de personas intentaba desesperadamente comer de una guisera (cuyo contenido se veía delicioso) valiéndose de sendos cucharones, se los impedía el hecho de que las asas estaban adheridas a lo largo de los brazos que las portaban haciendo imposible flexionarlos. El hombre volvió espantado hacia donde estaba el viejo, imaginaba el sufrimiento de padecer hambre eternamente y rogaba que no le tocara en suerte.

El viejo lo miraba regresar con la misma expresión con la que volvían todos sus anteriores visitantes.


-¿Donde está el cielo? preguntó el hombre.


Por contestación recibió una indicación con el dedo señalando una puerta idéntica en el otro extremo del pasillo.

Esperanzado el hombre caminó hacia la puerta solo para encontrarse con idéntico panorama al ofrecido por el infierno; la misma habitación blanca, la misma mesa, la misma guisera y los mismos cucharones fijados a los brazos de la misma manera. La única diferencia... estas personas se daban de comer unos a otros.


LA DIFERENCIA ENTRE EL CIELO Y EL INFIERNO ES SOLO UNA CUESTION DE ACTITUD.